Monocultivos secan Tabasco
Aunque es una técnica agrícola que da desarrollo, causa desforestación y la muerte de la tierra, siendo factor del cambio climático.
Tabasco, un estado que alguna vez fue un emblema de biodiversidad en el sureste mexicano, enfrenta hoy el reto de rescatar lo poco que queda de su riqueza natural.
Uno de los problemas graves que enfrenta Tabasco y que son factor de desforestación, son los monocultivo, una técnica agrícola que consiste en plantar una sola especie de cultivo en una gran extensión de tierra, como plátano, palma de aceite, para ser más específicos.
También se puede aplicar a la crianza de animales, como vacas lecheras, borregos, cerdos o pollos.
Aunque los monocultivos pueden ser rentables para los agricultores, ya que les permiten especializarse y aumentar la escala de producción, también traen consecuencias negativas para el medio ambiente, como la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad, que deriva en la muerte de las tierras.
Por ejemplo, son causantes de la degradación del suelo; es decir, los monocultivos pueden debilitar el suelo y hacer que pierda su fertilidad.
Esto se debe a que las plantas solo absorben los nutrientes que necesitan para crecer, por lo que el suelo se queda sin algunos de ellos.
EFECTO EN EL CAMBIO CLIMÁTICO
También causan la pérdida de biodiversidad, ya que pueden tener un impacto negativo en la fauna, por la sobreexplotación del terreno. En síntesis, los monocultivos son un factor que contribuye al cambio climático.
La primera parte de este reportaje documentó la magnitud de la deforestación en el estado, donde solo un 5 por ciento de la selva original sobrevive en condiciones fragmentadas y bajo constante amenaza.
Esta segunda parte explora las consecuencias humanas y ambientales de esta crisis y las iniciativas que buscan devolverle a Tabasco un futuro verde.
DAÑO A ECOSISTEMAS
La desaparición de la selva tabasqueña no solo implica la pérdida de árboles; también amenaza el delicado equilibrio de los ecosistemas que dependen de ella.
De acuerdo con estudios del Colegio de Postgraduados, Tabasco ha perdido especies clave que desempeñaban funciones esenciales en la cadena alimenticia y en la regeneración natural del suelo.
Esta crisis se agrava por el impacto del cambio climático, que intensifica los fenómenos meteorológicos extremos.
EFECTO DE MONOCULTIVOS
Los árboles son considerados unos de los mayores almacenes de carbono en el planeta, ya que lo capturan y lo absorben mediante la fotosíntesis. Sin embargo, cuando se pierden o queman, liberan este carbono en forma de dióxido de carbono (CO2), contribuyendo al calentamiento global.
Este fenómeno incrementa la frecuencia de sequías e inundaciones, afectando de manera directa a regiones como Tabasco, donde los ríos Grijalva y Usumacinta han sufrido graves problemas de erosión debido a la pérdida de cobertura vegetal en sus márgenes.
EFECTO DE MONOCULTIVOS
David Jesús Palma López, investigador del Colegio de Postgraduados, ha explicado que los C y la deforestación en la región han reducido drásticamente la capacidad de la tierra para retener agua y absorber carbono.
Las inundaciones en zonas bajas y las sequías prolongadas son parte de un ciclo vicioso que amenaza con volver a Tabasco un estado más vulnerable.
MUNICIPIOS AFECTADOS
El impacto también se refleja en la fragmentación del paisaje. Las selvas que alguna vez cubrieron extensiones continuas ahora son remanentes aislados en la Sierra de Huimanguillo, Teapa, Tacotalpa y Tenosique. En estas áreas, las especies nativas luchan por sobrevivir en un entorno cada vez menos favorable.
COMUNIDADES RURALES, ENTRE LAS VÍCTIMAS
La deforestación no es solo un problema ambiental; sus efectos recaen directamente sobre las comunidades rurales.
Familias como la de Ernesto Sánchez, en Huimanguillo, han visto cómo la pérdida de vegetación ha transformado sus vidas. “Antes podíamos sembrar de todo; ahora la tierra está seca y apenas da para subsistir”, comenta.
Los conflictos por la tenencia de la tierra y el cambio constante de uso de suelo entre actividades agrícolas y ganaderas han marcado a las comunidades. Estas dinámicas han desplazado a pobladores y fragmentado los ecosistemas locales.
En tan solo 50 años, Tabasco pasó de tener 1.2 millones de hectáreas de selva a menos de 74,000 en 1996, con el resto del territorio transformado en pastizales, cultivos y terrenos desprovistos de vegetación.
EL APOYO DEL CACAO
Los cultivos comerciales, como la palma aceitera y el plátano, ofrecen empleos temporales pero dejan una factura pesada: suelos agotados y comunidades dependientes de una economía que destruye el entorno.
En contraste, los proyectos sostenibles como el cultivo del cacao —un “bosque agrícola” que protege la biodiversidad— enfrentan la desventaja de recibir menos apoyo gubernamental frente a iniciativas más lucrativas pero menos sostenibles.
En las comunidades indígenas y rurales, el impacto es doble: además de la pérdida de recursos naturales, enfrentan presiones para ceder sus territorios a actividades extractivas.
EL PAPEL DEL MANGLE
Los Pantanos de Centla, considerados uno de los sistemas de humedales más importantes del mundo, son un ejemplo de la importancia de los manglares como barreras naturales contra el avance del mar y las inundaciones. Sin embargo, la actividad petrolera ha ejercido una presión significativa en estas áreas.
HAY BUENOS INTENTOS DE REFORESTACIÓN
A pesar del panorama desolador, existen esfuerzos por revertir la crisis, programas como el de Ordenamiento Ecológico Regional del Estado de Tabasco, publicado en 2019, han identificado áreas prioritarias para la conservación y la reforestación.
Este informe destaca que Tabasco cuenta con 67,472 hectáreas de selvas remanentes y 136,000 hectáreas de vegetación secundaria que pueden recuperarse si se implementan las estrategias adecuadas.
El gobierno federal, a través del programa Sembrando Vida, ha reforestado 135 mil hectáreas en Tabasco en los últimos cinco años, beneficiando a más de 54 mil sembradores, de los cuales 7,400 son de comunidades indígenas.
Esta iniciativa, considerada la más ambiciosa en su tipo, busca combinar la conservación ambiental con el desarrollo económico de las familias campesinas.
NO ES SOLO PLANTAR ÁRBOLES: MAY
En el ámbito local, el gobierno estatal, liderado por Javier May Rodríguez, ha anunciado un programa de reforestación que contempla la participación de 60,000 sembradores para plantar millones de árboles en todo el estado durante su sexenio.
“La reforestación no solo se trata de plantar árboles; es recuperar la vida y las oportunidades para nuestra gente”, ha declarado May en reiteradas ocasiones.
Organizaciones como Pronatura México también han liderado proyectos de reforestación en zonas degradadas, promoviendo la participación de las comunidades locales.
“La clave está en trabajar con la gente. No podemos conservar si no involucramos a quienes viven de la tierra”, afirma Tatiana Ramos Maza, directora de la organización.
Estos proyectos no solo buscan restaurar la cubierta forestal, sino también educar a las comunidades sobre la importancia de adoptar prácticas sostenibles.
Un ejemplo de estos esfuerzos se encuentra en Cunduacán, donde un grupo de agricultores ha comenzado a diversificar sus cultivos, combinando cacao con otros productos que respetan la biodiversidad. El potencial de recuperación también se observa en los manglares, a pesar de las amenazas que enfrentan.
El relleno de los Pantanos de Centla y la deforestación para proyectos industriales, como la construcción de la refinería Dos Bocas —que desmontó 700 hectáreas de vegetación—, destacan el desconocimiento sobre el valor de estos ecosistemas como barreras naturales contra inundaciones.